Yo también tengo que levantar mi "castell" particular |
Con este título quería relatar un hecho al que humanamente no he sido capaz de encontrar una explicación; se trata de contar cómo es posible que el día más feliz de mi vida y el más duro coincidan.
Todo ocurrió una noche después de un tratamiento de cortisona en vena para paliar un agravamiento de mi enfermedad: las horas empezaron a transcurrir muy lentamente, como si de una caravana de coches se tratara…y no había manera de que me durmiera.
Empezaba a notar que los efectos estimulantes del tratamiento se reducían y los dolores iban en aumento, hasta el punto de pensar en llamar al médico.
Afortunadamente, ya cansado del tsunami que me azotaba, decidí apuntar en mi agenda (entonces podía escribir con dificultad) una lista de todos mis amigos y en otra hoja enumeré las molestias por las que estaba atravesando.
Rápido asocié a cada uno de mis amigos con una molestia concreta y, no os voy a engañar, el dolor fue exactamente el mismo, pero aquel pequeño detalle me ayudaba a sobrellevarlo.
Recuerdo que al encontrarme con ellos después de este suceso, me sentía mucho más cercano y pude comprobar que todo esto se transformaba en un optimismo y una alegría externa que ellos percibían cuando estábamos juntos.