El "invitado" se llama esclerosis. Es imprevisto, porque no te lo esperas. Un buen día, está y ya no se va. Como si le gustara el lugar... o quisiera fastidiarte. Pero, ¿es posible ser feliz en esa situación? He aquí la experiencia de alguien que dice que sí. Es posible ser feliz en el dolor.
jueves, 15 de febrero de 2018
¡Seguro que entre todos lo sacamos!
Me vais a permitir que esta carta la incluya en el blog de El Invitado Imprevisto.
Originalmente la he hecho llegar a los medios de comunicación:
“Esta carta va dirigida a aquellos que tienen algún tipo de discapacidad. Les quería agradecer su capacidad de superación, su alegría, y lo mucho que me ayudan a superar las incidencias y cansancios que toda jornada lleva consigo.
Como enfermo de esclerosis múltiple desde hace muchos años, les quería animar a seguir luchando con ese espíritu optimista y positivo con que llevan su discapacidad.
Sé que nuestra enfermedad puede ser un calvario para nosotros y para los demás. Todo depende del grado de aceptación y objetivos que nos hemos propuesto.
Me ayuda mucho leer ejemplos de personas con algún tipo de discapacidad, que no les impide realizar proyectos ambiciosos personales y de servicio a los demás.
Con esta carta me gustaría animarles a que se apunten a un proyecto que he iniciado este nuevo año: sonreír poniendo buena cara y agradeciendo los mil pequeños –y no tan pequeños– detalles de servicio que tengan con nosotros.
Seguro que entre todos lo sacaremos mejor”.
Como he dicho otras veces: una cosa es coger el autobús y otra ser arrollado por él.
A nosotros nos ha cogido de pleno, así que os pido toda vuestra comprensión y cariño.
Si la persona no tuviera discapacidad, también nos anima comprobar que todos estamos en el mismo barco.
Y tú, ¿quieres estar en el mismo barco?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)