miércoles, 18 de julio de 2018

En mi corazón



Queridos amigos:

Soy María Rosa, la madre de Joaquín. “Eres mi secretaria de dirección”, me lo llamaba, con mucha gracia.

Con él he compartido muchos escritos de este blog. A menudo, nada más llegar, en estas tardes en que le acompañé, me decía: “Mamá tengo un idea nueva; vamos a trabajar”. Le tenía que pedir “tiempo” pues cuando cogía la carrerilla era incansable.

Una vez escrito el artículo, me lo hacía leer unas cuantas veces: que si este verbo lo hemos repetido dos líneas antes, que es mejor poner esa otra palabra, que si te has dejado un acento, una coma… Han sido 10 años durante los cuales, todas las tardes he tenido la inmensa suerte de estar con él.

En sus 28 años de esclerosis no le he oído quejarse ni una sola vez.

–¿Qué tal estás bonito?, le preguntaba. –Bien –me decía–, si no fuera por la esclerosis... Y, encima, ¡con la sonrisa en los labios!

Últimamente conseguí meterle un gol. Como madre nada más entrar y verle ya sabía cómo estaba, pero  quería equivocarme, y le preguntaba: “Hoy, ¿cuántas apisonadoras te han pasado por encima?" Y yo, optimista, empezaba: 5, 10,15… hasta que con la cabeza me hacía una señal de stop; y el dolor era mío cuando muchas días se paraba en 30, 40… lo máximo que me quiso decir fue un día que llegamos a 50.

Quería daros las gracias a todos los que habéis seguido el blog de El invitado imprevisto, gracias de un modo muy, muy especial a Jaume, su secretario de comunicación, que ha hecho su trabajo a la perfección. La de veces que me decía "la suerte que he tenido con Jaume". Gracias también porque sé lo mucho que habéis rezado por él.

Ahora Joaquín está en el Cielo y es él quien estará a nuestro lado queriéndonos y ayudándonos a todos.

Nos ha marcado el camino, y como me repetía montones de veces, todos nos encontraremos en el Cielo.

Estas líneas no son un "adiós", son un "hasta siempre". Todos os quedáis en mi corazón.

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