El "invitado" se llama esclerosis. Es imprevisto, porque no te lo esperas. Un buen día, está y ya no se va. Como si le gustara el lugar... o quisiera fastidiarte. Pero, ¿es posible ser feliz en esa situación? He aquí la experiencia de alguien que dice que sí. Es posible ser feliz en el dolor.
miércoles, 3 de agosto de 2016
Cuando te arrolla un autobús…
En repetidas ocasiones me han preguntado amigos míos algo muy sencillo que se explica en El invitado imprevisto: ¿cómo se puede tener una dolencia y estar contento?
Aparentemente puede parecer una contradicción, sin embargo es algo que a todos nos interesa.
Desde luego hace falta unas muletas donde poder apoyarse y aquí ocupa un papel esencial una ayuda externa de envergadura, como son los sacramentos.
Por otra parte es muy conveniente buscar elementos a nuestro alcance que puedan ayudarnos en el día a día. Sin ir más lejos, después de una de esas noches interminables, tuve que tumbarme un rato y ahora quiero compartir con todos los lectores del blog lo que me programó uno de mis cuidadores, que paso a detallar por puntos:
1- Vídeo de una noche lluviosa, repleta de truenos y relámpagos:
2 - Foco SHX, que cambia de color según el sonido.
3 - Cama BJ, que realiza cambios posturales a derecha e izquierda de modo automático.
Me ha venido a la cabeza rápidamente algo que aparece en El invitado imprevisto: una cosa es tomar el autobús y otra ser arrollado por él.
Qué diferente resulta ver a una persona enferma en la cama de un hospital, que ser nosotros mismos los que nos encontrásemos en esa situación.
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