El "invitado" se llama esclerosis. Es imprevisto, porque no te lo esperas. Un buen día, está y ya no se va. Como si le gustara el lugar... o quisiera fastidiarte. Pero, ¿es posible ser feliz en esa situación? He aquí la experiencia de alguien que dice que sí. Es posible ser feliz en el dolor.
martes, 10 de mayo de 2016
¡Todo esto me parece una pequeña locura!
Si alguien me explicara todo lo que me ha sucedido en los últimos días, no me lo podría creer.
Resulta que el pasado día 7 de abril fue la entrega de los Premios Romper Barreras, en el aula magna de la Universidad Abat Oliba, cuando todavía tenía en la cabeza la edición en chino de El invitado imprevisto...
Por poner un poco de orden empezaré hablando del acto de entrega de los Premios y después explicaré por qué lo relaciono con la edición del libro en chino (aprovecho para animarte a que no dejes de apuntarte al "reto del millón".
El evento fue muy emotivo, sensacional diría yo, donde se destacaron a los principales protagonistas: las personas con discapacidad, que luchan día a día para aumentar su autonomía y mejorar su calidad de vida.
Por otra parte, ya tengo los 300 ejemplares de la edición en chino de El invitado Imprevisto.
Rápido he relacionado una cosa y otra, ya que puede parecer una pequeña pesadilla el simple hecho que algunas personas tengan que convivir toda una vida con alguna discapacidad y otras no. El libro es como un pequeño despertador que me recuerda lo que me voy a encontrar cara a cara una vez deje esta vida, es decir, el Cielo.
Al ver el texto en chino de la nueva edición, me doy cuenta de que todo es un problema de tiempo y de fe, ya que cuando Dios me llame entenderé muy bien de qué ha servido tener esclerosis desde 1990. Estoy seguro que el libro será de ayuda para que yo consiga mi santidad personal y a la vez sirva de catapulta para que muchas personas también la consigan.
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