El "invitado" se llama esclerosis. Es imprevisto, porque no te lo esperas. Un buen día, está y ya no se va. Como si le gustara el lugar... o quisiera fastidiarte. Pero, ¿es posible ser feliz en esa situación? He aquí la experiencia de alguien que dice que sí. Es posible ser feliz en el dolor.
lunes, 23 de mayo de 2016
¡Un pacto chino!
Este fin de semana ha vuelto a suceder algo que va siendo habitual, vienen a mi casa familias al completo.
Ahora que tengo El invitado imprevisto en chino, les propongo hacer un pacto, un “pacto chino” les aclaro.
Los más pequeños me miran con cara de asombro y para romper el hielo les digo: una de las características de los pactos chinos es que son con chuches... podéis abrir el cajón superior del archivador y veréis todo lo que os comento.
Cuando abren el cajón y ven todas las golosinas parece que no se lo acaben de creer, pero cuando les enseño el libro en chino comprueban que todo va muy en serio.
Por mi parte les explico que voy a rezar y ofrecer todas las molestias de mi enfermedad por cada uno de ellos. Los más pequeños ponen cara de sorpresa, pero al final empiezan a decir lo que ellos están dispuestos a hacer: dejar ordenado el cuarto, obedecer a la primera, no enfadarse…
De esta forma, entre todos, encomendamos el posible viaje del Papa a China. Antes de irse, con el libro ya en la mano, les digo que entre todos podremos rezar por ese viaje tan importante.
Por último, concluyo la visita diciéndoles que el primer ejemplar en chino se lo he dado al Papa, con una carta en la que le decía que pediré oraciones por esa visita. Con cierta intención les explico que se trata de un trabajo en equipo, por lo que todos debemos implicarnos.
De esta forma damos concluido nuestro pacto chino con el compromiso firme de ofrecer a Jesús lo que nos pueda pedir para ser mejores.
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